Julio C. Palencia

Se nos vino el llanto
y no supimos que hacer.

Se nos llenaron de humedad
los ojos,
saladas las manos y la boca
cayó la oscuridad
en nuestros pasos previos.

Se nos vino el llanto
incontenible
la razón nublada hasta la médula
tuvimos vergüenza de vernos a los ojos
sin el sueño rielando la pupila
sin la esperanza trémula
que antaño era llama en nuestra hoguera.