Pitágoras ejecutaba música en la hipotenusa
al tiempo que imaginaba el sistema de números racionales
un laberinto transparente como el cuarzo
su casa estaba en Samos sobre el Mar Egeo
jamás de niño quiso ser marinero
ni fue nunca atraído por las hermosas mujeres de Salónica
números eran las rosas atesoradas de su corazón
flores carmesí, anaranjadas, amarillas, blanco puro
fueron la expresión perfecta de su mente inigualable
empujándolo a escribir su famosa afirmación «todas las cosas son números»;
Leonardo una vez, en Florencia, se dedicó a este principio
desatendiendo los encantos de la bella y joven Ginebra
renunciando al final por razones que desconocemos.

Versión al español de Julio C. Palencia

El poema forma parte del libro Song of the Quiet Life, traducido al inglés por Robert Berold y el mismo Cai Tianxin  (Deep South, South Africa, 2006)