Julio C. Palencia

Se pasea parsimonioso por la calle
la cabeza inclinada
como buscando algo
hace años perdido
con un grueso abrigo
que le llega hasta el suelo.
Su cabello largo
desordenado se organiza en rastas
que no esconden
la grasa y la suciedad
entre sus hebras.
La vista siempre hacia abajo
el rostro de hombre aún joven
cicatrizado y ennegrecido.
Sus pasos van acompañados
de zapatos que de servir a otros
han terminado por servirle a él
hombre zapatos y camino
los tres hasta el final.
Pide un cigarrillo
en la mañana de un día
que nace oscuro y frío
en el septiembre
de esta ciudad.
Pide pide y vuelve a pedir
y alguien    por fin   le obsequia un cigarrillo…
pregunta también por lumbre
y con una mano levantada
impide que el viento
apague la llama diminuta
del encendedor.