La imaginación es más importante que el conocimiento ya que el conocimiento está limitado a lo que sabemos y entendemos, mientras que la imaginación abraza el mundo entero e incluye todo lo que falta por comprenderse y conocerse.
Albert Einstein

Julio C. Palencia

Aunque la educación elemental y básica es gratuita, obligatoria y laica por ley en Latinoamérica, el sistema educativo ha desalentado por décadas el ejercicio de la imaginación y creatividad en niños y jóvenes. Ha sido de tal manera eficiente en su tarea que pasados 12 años de educación nos entrega hombres y mujeres amaestrados, carentes de imaginación y creatividad,  acríticos y dispuestos a vivir en la raya de la mediocridad.

El nivel de conocimiento científico y tecnológico condiciona nuestra imaginación. El conocimiento está contenido en la imaginación, es parte importante de ella.  La imaginación es histórica y fisiológica.

La imaginación está permeada por la omnipresente experiencia humana; es completa y abarcadora. La creatividad es un tiempo específico, un camino donde hemos dado el primer paso. La creatividad señala un sentido y apuntala algo.

Si la imaginación es una herramienta, la creatividad es el uso que le damos a esa herramienta. Cuerpos espirales que se entrelazan y alimentan uno al otro. El proceso creativo es retroalimentación constante de imaginación y creatividad.

Sabemos que ningún demonio griego y creativo nos susurra al oído, también sabemos que ningún genio etéreo romano coloca ideas inspiradas en nuestra cabeza*. Las musas dejaron hace mucho tiempo de ser putas o santas. Ni demonios ni genios… Ningún diálogo divino y pesado cae sobre tu espalda. El yo individual es siempre colectivo, la creatividad es un diálogo con uno mismo y con los demás. Somos imaginación y creatividad, lo que nos vuelve humanos es la interrogación.

¿Qué actúa como disparador de la creatividad? La pregunta, la interrogación es el detonante, es la chispa del incendio. La pregunta enfoca nuestra atención en un punto, es una lupa. La pregunta es siempre una invitación a recorrer algo, una invitación a ver en gran detalle. El gozo del descubrimiento es la gran recompensa de la interrogación.

Y así como el conocimiento, la imaginación es siempre compartida. Aprendemos de ver, de copiar, de escuchar, de nuestra propia experiencia, nos beneficiamos de las ideas de otros (vivos o muertos). Los seres humanos aprendemos de los demás, de sus aciertos y errores. Y esa es una fortaleza fundamental de nuestra especie.

Nuestro sistema educativo, además de insuficiente, tiene muchas taras inducidas, pero su defecto medular es su diseño como generador de mano de obra robotizada para la industria. Nuestro sistema educativo no enseña a ver, a escuchar, a pensar. Nuestro sistema educativo prohíbe preguntar, a cuestionar la validez de las ideas, a disentir y coincidir, a criticar, ya que de lo pequeño se extrapola con facilidad hacia lo social, hacia lo político y allí el estado de cosas resulta poco halagador. Nuestro sistema educativo predica la sumisión y la aceptación de tu condición, cualquiera que sea. Borra la individualidad y predica la uniformidad. No actúa como generador de cambio, la cual sería su obligación primera. Es más bien un obstáculo.

Aprendamos a ver, a escuchar, a criticar y pensar, a disentir y coincidir creadoramente, y no temamos a observar con detenimiento lo que ha funcionado para otros y nos parezca apropiado. Aprendamos a estimar el gozo del descubrimiento.

Nuestro sistema escolar ha tendido un puente roto en el espíritu de hombres y mujeres. Y esta ruptura entre imaginación y creatividad por un lado y las necesidades del sistema social y productivo por otro, ha generado ejércitos de zombies tecnócratas que son reforzados a través de medios de comunicación idóneos para realizar esa tarea. Líderes y maestros zombies conduciendo hordas embrutecidas por la necesidad y los medios, carentes de voluntad propia.

Debemos alentar el cuestionamiento en nuestras escuelas y desalentar el conformismo y la sumisión; debemos acostumbrar a nuestra juventud al gozo sublime del descubrimiento que sigue a la interrogante: una pregunta o una crítica puede ser el inicio del cambio que tan urgentemente necesitamos.

* En la mitología romana, los genios (en latín genius, plural genii, relacionado con gen-itus, γί-γν-ομαι, ‘generador’ o ‘padre’)1 eran espíritus protectores, análogos a los ángeles guardianes invocados por la Iglesia de Roma. La creencia en estos espíritus se dio tanto en Roma como en Grecia, donde fueron llamados δαίμονες, daimones, y parece que se creyó en ellos desde los tiempos más antiguos. Sin embargo, los romanos parecen haber recibido esta influencia acerca de los genios de parte de los etruscos. (Wikipedia)